Todo comenzó en aquella torre alta que sobresalía en una ciudad llena de edificios.

Aquella ciudad tan vibrante que miraba al mar residía en Cuba. En esta ciudad con tanta historia me crié junto a mi hermano adolescente y mi madre soltera que dedicaba todo a sus hijos.

Yo era una niña tímida, que se ruborizaba por lo más mínimo y desde aquel entonces me encantaba la perfección (influenciada por un padre perfeccionista que vivía lejos).

Y con el tiempo, llegaron los primeros amores, la universidad, las mejores amigas y un cambio de país (si te digo la verdad esto hizo que me ruborizara aún más). Luego vino el matrimonio, la maternidad y el gran golpe, lo que más temía.

La ruptura de todo.

Pareja, amigos, trabajo, idea de vida y muchos duelos a la vez que me rompieron desde lo más profundo. Pero después de meses o años (quién sabe), me encontré más cerca de mi verdadero ser.

En mi trabajo me decían: "eres demasiado conservadora", "no vas a ganar dinero así", "tienes que hacer más tratamientos".

Parecía un mundo donde sólo querían producir dinero cuando mi verdadera intención era ejercer el bien para los pacientes.

Después de muchas reflexiones, formaciones y trabajo interno, empecé a ser más “yo”, eso me ayudó a empoderarme y a hacer (casi la mayor parte del tiempo) las cosas como yo quería.

Así nació la idea de la Odontología Minimalista, llevando los conceptos básicos del Minimalismo (simple, limpio, con intención, eliminando florituras) a una Odontología que va a la raíz de los problemas, que se basa en la prevención y va más allá de solo tratar el diente.

Es una Odontología que empodera eliminando todo lo innecesario, resaltando lo esencial.